En el Océano Pacífico convergen placas tectónicas y se suelen producen terremotos en el fondo del mar. Son terremotos que no suelen afectar a las ciudades ni crean tsunamis y de los que nunca nos llegamos a enterar. Viviendo en San Diego de vez en cuando sí que nos enterábamos, pero cuando llegábamos al agua.
El parte meteorológico del día anterior daba olas de un metro a metro y medio, así que contabas con una mañana tranquila de surfing, antes de hacer tus planes el resto del día. Cuando llegabas a la playa se te caía el alma a los pies. Lo que encontrabas eran auténticos monstruos llegando a la playa, convirtiendo un día de paseo en un día de remangarse y sudar.
Incluso a veces esto pasaba cuando estabas en el agua, la previsión eran dos metros para todo el día y al cabo de un rato en el agua, comenzaban a llegar olas grandes, y más grandes. No había previsiones para ésto. Estar siendo mecido por las olas, te suben y te bajan sin dejarte ver el horizonte, y te vuelven a subir y ves una serie maja acercándose. Cuando te suben otra vez ves que la serie maja se ha convertido en un pedazo de ola gigante desfasada y lo peor es que no va a dar tiempo a librarla. Y eso es sólo la primera ola de la serie!
Es hasta cómico ver a toda la gente del pico remando como locos, sorprendidos por éste aumento repentino del mar, nadando como locos, dando incluso gritos y carcajadas, sabiendo que se nos va a caer el mundo encima. La ola se va haciendo aún más grande, y sigues remando con todo lo que tienes. Llega un momento en que sigues remando y a ola se sigue levantando, llegando un punto en que estás remado casi en un ángulo de 80 grados, como si remaras hacia el cielo!.
Qué situaciones más surrealistas.
Finalmente la pasas entre un gran soplido de gotas elevadas por una explosión de aire expulsado por la ola. Lo hemos conseguido, hemos pasado! Llega la siguiente pero no está lo suficientemente formada, así que ya remamos con más calma, y la conseguimos pasar. Estamos en la zona segura. Detrás de ti hay una explosión gigante de ésta gran ola que nos ha sorprendido a todos con la guardia baja, pero del la que nos hemos librado milagrosamente. Tras esta explosión una gran espuma de agua blanca se proyecta hacia la playa, a muchos metros de ti.
De entre está inmensa espuma comienzan a salir puntitos negros, poco a poco, como burbujas salidas de un batido de nata. Son las cabezas de los desafortunados que estaban subiendo cuando llegó la primera ola de éstos terremotos marinos, y que les pilló en medio de la zona de nadie, digamos que totalmente con los pantalones bajados.
Nos reímos, les compadecemos, y nos sentimos afortunados de no ser nosotros los que hayamos pillado. Otra vez nos tocará a nosotros!
Jaime Diaz de Arcaya Veloso