Admin Durante los años en los que viví en San Diego, California, surfeé en diferentes playas. Vivía en La Jolla, en la costa Norte de San Diego. Digamos que en cada barrio había una playa donde surfeaban los locales de allí.
En el sur había una playa en la zona llamada Ocean Beach. Por lo general muchos de los que surfeaban allí iban tatuados hasta arriba, llevaban coches tuneados, calaveras, tachuelas y una estética bastante radical. Muchos de ellos eran buena gente, y había bastante buena onda, otros eran un poco menos majos, digamos que creo que rozaban lo ilegal, o lo pasaban…
La única vez que surfeé allí tengo buenos recuerdos, las olas fueron muy buenas y pasamos un buen rato. La gente era bastante agradable y se notaba que el ecosistema de esa playa era totalmente suyo. Se lo pasaban pipa y si eras respetuoso no había mayor problema.
Con lo que más aluciné es lo que hacían algunos. Surfeamos al lado de un espigón o pier hecho de grandes troncos de madera. Son muy típicos en esa zona de California. Cuando el punto de marea subió, comenzaron a practicar una especie de coña que hacían, y que hoy en día me sigue alucinando. A veces algunos cogían una ola a izquierdas junto al pier, que mediría metro a medio metro, y, cruzaban el pier surfeando!!!
Tenían tal control al hacerlo que inmediatamente supuse que era algo normal. Calcular el momento en la ola para saber si vas a librar y cruzar un pier hecho con troncos de 30 cm de diámetro, calculo que serían unos 8 ó 10 troncos en la sección, es de auténticos colgaos. De verdad que no he visto nunca algo tan flipante. Imagínate la leche que te das si tocas uno de esos troncos, y aparte te caes y te comes el resto de pilares.
Sin embargo ellos los cruzaban gritando y riendo, y todos lo celebraban. Era como su ritual. Seguro que muchos ya habían pillado, pero lo seguían haciendo. Menuda panda de colgaos, y qué bien se lo pasaban!
Jaime Díaz de Arcaya
